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Sábado, 28 Agosto 2021 07:39

S. Pedro Julián Eymard - 1 agosto, La Mure

La festividad patronal de la Parroquia San Pedro Julián Eymard

 

En primer lugar, todo para el Señor

La festividad patronal tuvo lugar el domingo 1 de agosto. “Ante todo, es necesario ser todo para Él (el Señor)…” (PO 38,4). Todo comenzó el 23 de julio 2021 con una Novena de oración con San Pedro Julián Eymard, apoyándose en las meditaciones del padre Eymard, sobre las diferentes partes de la celebración eucarística. Para una participación fructífera de los fieles, el celebrante del día presentaba lo esencial del mensaje del padre Eymard durante la homilía y los cristianos podían profundizar sus meditaciones mediante los breves textos puestos a su disposición.

El 29 de julio 2021 tuvo lugar una jornada de oración sobre la Sagrada Familia y el padre Eymard en el santuario de Nuestra Señora de La Salette. Se articuló en torno a la oración, a la meditación, a las reflexiones y a una compartición de experiencias a partir de los pensamientos del padre Eymard sobre la Sagrada Familia. Doce peregrinos se reunieron en la capilla Eymard de La Mure durante un periodo de oración en torno al Evangelio de la Presentación del Niño Jesús en el Templo (Lc 2, 22-40). El Niño Jesús da amor, misericordia, vitalidad a la Sagrada Familia y a todas las familias. Elimina todo aislamiento, toda indiferencia, favoreciendo la apertura a los demás porque Jesús es el tesoro y el centro del amor de toda familia: “Así mi casa, mi familia, mi centro es el Jesús de la casa de la Sociedad que yo hábito” (NR 44, 115).

A continuación, los peregrinos se dirigieron, compartiendo vehículos, hacia La Salette. Participaron en la Misa celebrada en honor de la familia de los Santos: María, Marta y Lázaro. Son modelos de regeneración de la vida fraternal por la oración, el perdón y la reconciliación, el trabajo y la apertura a los otros. La compartición de experiencias de vida es importante como lo han constatado los peregrinos, consecuencia de la última sesión de meditación en el recinto del santuario. Así, la oración, la vida fraternal y el servicio son las bases de la vitalidad familiar, sin olvidar el perdón. Cuando la enfermedad, las dificultades, las incomprensiones, se invitan, la oración salva. Con Jesucristo en el centro, nada está nunca bloqueado definitivamente. Caminos mejores acaban siempre por abrirse… y uno de los peregrinos constata: “se puede reconciliar con el otro incluso después de su muerte”. Sin embargo, el trabajo no falta. El lugar de santificación de la familia (Col. 3, 17-25), el secreto del trabajo consiste, en fijar bien el tiempo de la acción, ejecutarlo y acabarlo con una intención sobrenatural (cf. St. P.-J. Eymard, NR 115).

Eucaristía, fiesta de la fraternidad

“[La Eucaristía] es la hermosa festividad de la fraternidad que podemos hacer perdurar para siempre” (PG 244,7). Después de la Adoración animada y de las visitas guiadas a los lugares eymardianos de La Mure en la víspera, alrededor de ciento cincuenta cristianos se reunieron el domingo 1 de agosto 2021 en la única celebración eucarística de la fiesta de San Pedro Julián Eymard, patrono de la parroquia. Fue presidida por Monseñor Guy de Kérimel, obispo de la diócesis de Grenoble-Vienne. Estaba acompañado de una docena de padres entre los que se encontraban el padre Eugênio Barbosa Martins, Superior general, el padre Domenico Avogadro y el padre Matteo Magri, respectivamente superior y ecónomo de la provincia de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento (Italia), el padre Joseph Phuoc, procurador general, dos delegados del Santuario de Nuestra Señora de La Salette, hermanos de la Comunidad de Colombier y de La Mure. Lo esencial del mensaje de la homilía del obispo puede resumirse así: el hambre de lo Absoluto, de la Eucaristía, nuestro tesoro, es la verdadera hambre del hombre. De aquí la importancia de encontrar el camino, de la interioridad, del amor divino. (Leer la integralidad en la página siguiente)

De una vertiente a otra de la festividad “Por ella [la Eucaristía], se es padre, se come en la misma mesa, se tiene el mismo Padre que está en los cielos” (PG 242,3). Por primera vez desde esta pandemia, la parroquia ha ofrecido una bebida y una comida a todos en la sala parroquial, incluso estaba presente el alcalde de la ciudad. Los cristianos habrían entendido esta petición del padre Eymard: “Como dice San Pablo? ¿no tendríamos un mismo espíritu de caridad nosotros que comemos el mismo pan eucarístico? (cf.1Ci 19,17) Jesucristo es por tanto todo en todos” (PG 242,3).

 

Padre Thaddée Mupapa, sss
Superior de La Mure, Francia

 

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San Pedro Julián es un verdadero apóstol que quiere anunciar el Evangelio y conducir a los hombres a acoger el amor de Dios en la Eucaristía y a unirse a Él por la ofrenda de ellos mismos.”

+ Guy de Kérimel

 

Homilía

mgr eveque guy de kerimel grenobleEl hambre forma parte de las experiencias más fundamentales, más básicas del ser humano. Hay una necesidad imperativa de alimentarse si quiere vivir. Dios nuestro Creador ha puesto a su disposición los bienes de la naturaleza para que encuentre con que, saciarse. Dios le ha creado para que viva y le da con sobreabundancia con que vivir, incluso en el desierto donde conduce a su pueblo, los hijos de Israel, después de la salida de Egipto; Jesus ha alimentado a la muchedumbre. El también, multiplicando los cinco panes y los dos peces para saciar a los que le seguían.

Sin embargo el hombre no vive solamente de pan: en el fondo de él mismo, tiene hambre de sentido, hambre de amor, hambre de verdad, hambre de lo absoluto. En una sociedad de consumo este hambre está ahogada: el ser humano está, por tanto, más preocupado de nutrir su cuerpo que su alma. El hombre moderno ha despreciado y herido su alma pensando en encontrar en las realidades de este mundo cómo colmar su ser. Lo que constatamos todos los días en nuestro mundo contemporáneo, San Pedro Julián lo constataba en su tiempo. Jesús, El mismo es claro sobre lo que mueve a la muchedumbre a buscarle: en efecto El va a alimentarla copiosamente: “Trabajad no por el alimento que se pierde si no por el alimento que permanece hasta la vida eterna, la que os dará el Hijo del Hombre”, les dice.

Cuánto más dispone el ser humano de bienes materiales, más está tentado de encontrar el sentido de su vida, y de hacer un alimento de sustitución para su alma. En realidad, por falta de alimento espiritual, su alma languidece y se hunde en las tinieblas. Cuando en una sociedad, todo está dirigido hacia el crecimiento material y al disfrute de los bienes materiales, pasa de largo del tesoro más grande que pueda existir y colmarla: el pan de la vida, la Eucaristía.

Solo Cristo puede saciar el hambre de nuestras almas. Este hambre se hace sentir cada vez más, en nuestro mundo materialista hastiado desilusionado. Hoy parece que las diferentes crisis que atravesamos despiertan el hambre de otra cosa. Nuestras almas has sido demasiado despreciadas estos últimos decenios; es hora de cuidar de ellas, de lavarlas en el sacramento de la reconciliación y de alimentarlas con el pan de la vida, en la mesa de la Palabra y en la del Cuerpo de Cristo. En los tiempos que corren, tienen necesidad de encontrar las fuerzas.

San Pedro Julián es atraído, desde su infancia, por la Eucaristía, por Jesús viviente, presente realmente en el Santo Sacramento, en el altar y en el tabernáculo. En respuesta a la llamada de Dios, se hace sacerdote de nuestra diócesis de Grenoble; también, en nombre de Jesús, alimenta a los creyentes distribuyéndoles el pan de la vida. Como sacerdote, vive intensamente la celebración de la Eucaristía; tiene la preocupación de responder al don de Dios siendo todo él mismo para Dios, pidiendo la gracia de darse realmente a Dios. Es lo que le empuja a renunciar al ministerio de sacerdote diocesano para volverse hacia la vida religiosa.

En las meditaciones de sus retiros, en sus exámenes de conciencia, considera que todavía no se ha dado realmente a Dios. Poco a poco, mientras ha llegado a ser marista, comprende la llamada de Dios pop ara fundar en la Iglesia, una comunidad de hombres que harán de la Eucaristía el centro de su vida y serán apóstoles de este gran sacramento, para hacer descubrir a los bautizados y al mundo este tesoro desconocido. Es así como se ha fundado la congregación de los Padres del Santísimo Sacramento no solo para honrar y adorar a Jesucristo en el Santo Sacramento, sino también para conducir a la comunión eucarística a los que no tienen acceso. En las grandes ciudades del siglo XIX, muchos niños, debido a su trabajo precoz, no podían ser catequizados, ni hacer su primera comunión. En Paris, San Pedro Julián desarrolla la Obra de la primera comunión. Es bueno alimentar el cuerpo, pero también es mejor ocuparse de los cuerpos y de las almas.

La Mure 1

San Pedro Julián Eymard sufre al comprobar cuán desconocida y despreciada es la Eucaristía. Lamentablemente esta constatación sigue siendo cierta hoy en día. Muchos bautizados no se alimentan más porque su fe es deficiente y mal iluminada. Otros comulgan con indiferencia, sin esperar nada de esta comunión que no es siquiera un encuentro con Cristo viviente. Otros a quienes el sacerdote o un feligrés ha llevado la comunión ponen el cuerpo de Cristo en un cajón donde corre el riesgo de pudrirse lentamente. Jesús viene a nosotros, viene a nuestra casa y nosotros no le hacemos caso; viene a nuestra casa y nos quedamos fuera de nosotros mismos.

San Pedro Julián es un verdadero apóstol que quiere anunciar el Evangelio y conducir a los hombres a acoger el amor de Dios en la Eucaristía y a unirse a Él por la ofrenda de ellos mismos. La Eucaristía es para él un fuego divino que le abraza y le empuja a ponerse a su servicio para permitirle abrazar el mundo. ¡El Concilio Vaticano II dirá más tarde que la Eucaristía es fuente y cumbre de la evangelización! (Presbyterorum ordinis, 5). Es buena la intuición de San Pedro Julián. Para él como para los Padres conciliares, la evangelización es el fruto de la comunión con el sacramento de la Caridad y de la unión profunda con Cristo: es porque, después de la misa, no haciendo más que uno con Cristo, somos enviados en misión: el amor de Cristo nos empuja a testimoniar mediante la palabra y por los actos. “Fuente y cumbre”: además la palabra de Dios acogida en los corazones conduce a la comunión con Cristo viviente en el sacramento de la Eucaristía. La evangelización no se acaba en tanto que las personas evangelizadas no sean iniciadas en el más grande de los sacramentos, en tanto que no sea unas realmente con Cristo en la Eucaristía.

La Eucaristía es la efusión del amor divino librado a los hombres; es la presencia real de Jesus la obra curar y salvar al mundo. ¡Que el fuego del amor divino, que arde en el corazón del santo de La Mure, arda en el corazón de todos los bautizados para compartirlo con toda la humanidad!

 

+ Guy de Kérimel
Obispo de Grenoble-Vienne, Francia

Modificado por última vez en Sábado, 28 Agosto 2021 07:50