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Sábado, 28 Agosto 2021 08:13

Los Padres Sacramentinos de Sant’Agata in Arfoli Reggello (Florencia) 1984 - 2020

No es fácil resumir veinte años de vida en Sant’Agata. Cuando pienso en ello mi cabeza se llena de recuerdos, de rostros, de historias, de alegría y también de cansancio, de etapas complicadas y también de algunos pesares.

Cuando en 1993 se decidió volver a dar un impulso a Sant’Agata y de dar a esta presencia una nueva oportunidad, estaba feliz y me comprometí con gran entusiasmo. Al principio con Rizieri, Severino, Ugo, Guglielmo y enseguida con otros hermanos que se sucedieron, hemos compartido la idea de crear una comunidad que sea el signo y el testimonio de una vida eucarística. Y el ritmo de nuestra vida se basaba en las expresiones que eran interesantes para nosotros con el fin de vivir a fondo la dinámica de la Eucaristía.

La elección de la comunión

Entre nosotros y con los que deseaban compartir algunos aspectos de nuestra vida, siempre hemos buscado avanzar en la construcción de la comunión, como relación, acogida del otro y capacidad de ayudarnos.

Hemos elegido vivir una lógica de servicio a través del deseo de poner en valor la presencia de los otros y aceptar vivir con los otros. Este servicio también se expresa por la voluntad de continuar viviendo una inserción en las parroquias que se nos confiaban (Sant’Agata y Cancelli al principio y enseguida también San Donato en Fronzano) para intentar construir una iglesia de comunión.

Un servicio también para la tierra. Como cada hombre y mujer hemos aceptado con agrado trabajar la tierra propiedad de la parroquia. Sin querer llegar a ser agricultores, sino para ser religiosos y sacerdotes que no se sienten privilegiados pero que se insertan a fondo en el tejido social y humano de las gentes que viven cerca de ellos.

A los que nos acompañaban pedíamos que el servicio (en la casa, en la cocina, en los campos) fuera una expresión concreta de una Eucaristía que pide disponibilidad y compartición. No estábamos interesados en la cantidad del servicio sino en el corazón puesto al servicio mismo en los gestos más sencillos y cotidianos.

Experiencia de oración

La celebración y la oración siempre han ocupado un lugar importante para nosotros en tanto que comunidad y también para los que venían a nuestra casa. Al ritmo de la jornada seguía la cadencia de la oración: los laudes por la mañana, la adoración y la celebración por la tarde.

Y delante de la Eucaristía para recoger este “signo lleno de significado y de sentido” la invitación a la gratitud y también a la responsabilidad de un estilo de vida.

Hemos propuesto la Eucaristía como una vida que nos reenvía a la vida para asumirla como la ocasión de un don y de un ofrecimiento. En esta dinámica también hemos implicado a las comunidades parroquiales ofreciéndoles espacios de oración y de celebración en común con nosotros y nuestros amigos.

The Blessed Sacrament Fathers at Sant’Agata in Arfoli 1

Experiencia de compartición con los laicos

Se trata de una experiencia construida y vivida ‘con’ ellos. Los laicos forman parte de nuestra comunidad. Nunca les hemos considerado como invitados sino como protagonistas. Y han aceptado con agrado sentirse como tales. Con ellos hemos compartido nuestro tiempo, los caminos de la reflexión, el trabajo y la oración. Con ellos hemos descubierto una iglesia ‘sencilla’, capaz de ofrecer la acogida y la misericordia, una iglesia abierta y atenta a todo el mundo. Es también una iglesia que se construye en la realidad de lo cotidiano de cada uno de ellos, intentando referir en los lugares de su vida, la belleza y la fuerza de estas intuiciones.

Atentos a los pobres

Hemos reservado también un espacio a esta dimensión. Partiendo de la idea que hoy la ‘gran pobreza’ está ligada a una pobreza interior y de valores, hemos pensado que era necesario ofrecer a los que participaba en nuestra vida, un espacio intenso de silencio y de reflexión para reapropiarse de su propia vida y para desarrollar actitudes de atención profunda hacia los otros.

Siempre hemos pensado que en nuestra época el dinero no faltaba, nosotros teníamos incluso demasiado, pero probablemente está mal distribuido y con fre-cuencia mal utilizado y desperdiciado. Nos faltaba más bien un “corazón” con el que vivir nuestra relación con el dinero y las cosas. Es preciso trabajar por una nueva justicia y por nuevas relaciones entre los hombres, pero no se puede comprender esto más que cuando nos situamos con disponibilidad delante de Dios, de su Palabra y de la Eucaristía.

Alegría y gratitud

¡Si, en cantidad! A todos los que han pasado por allí, a las experiencias compartidas, a los caminos difíciles y las cosechas dramáticas, a las nacientes esperanzas y al gran deseo de volver a salir y recomenzar a vivir con intensidad nuestras propias vocaciones.

Hemos conocido mucha gente, de toda edad y de toda procedencia. Todos han sido un gran don para nosotros. Guardamos el recuerdo con gratitud y afecto.

Enseguida el encuentro con el Euro-camp nos ha permitido ampliar posteriormente las fronteras y la acogida. Preparar y vivir el Eurocamp en Sant’Agata ha sido verdaderamente una experiencia muy bella. Una mezcla de culturas, de lenguas y de sensibilidad como si se viviera un nuevo Pentecostés. Estábamos unidos por las ganas de comunión, de oración, de servicio y nosotros nos comprendíamos.

The Blessed Sacrament Fathers at Sant’Agata in Arfoli 2

Pastoral vocacional

Siempre se nos ha reprochado que no haya habido vocaciones sss en Sant’Agata. ¡Esto no es verdad! Si por “vida SSS” se entiende una vida motivada e iluminada por la Eucaristía, abierta al don y al servicio, al deseo de nuevas relaciones en la familia, en la Iglesia local y en la historia, nosotros no tenemos miedo de afirmar que Sant’Agata ha sido verdaderamente fecunda. Ha habido numerosas opciones de presencia renovada, de nueva motivación de responsabilidades en la vida personal, una gran atención a la Iglesia de procedencia, numerosos gestos de compartición hacia los pobres y los últimos. La familia eymardiana tenía consistencia también en el corazón de la realidad sencilla de Sant’Agata.

Algunos han intentado también tomar el camino hacia la inserción en nuestra familia religiosa pero Dios ha querido otra cosa.

También desde el punto de vista de las opciones más específicas, no faltan historias: vocaciones a la vida religiosa, elección del diaconado permanente, experiencias de voluntariado radical, pero también relanzamiento de parejas, de familias que han reencontrado la armonía y la fecundidad parental, opciones de servicio a la parroquia.

Para mí volver a pensar en Sant’Agata es como abrir un gran libro y pasar las páginas de nombres y de caras, y dar gracias a Dios por todo lo que ellos han representado para mí y para nosotros.

Es una alegría y un consuelo saber que incluso si Sant’Agata no ha proseguido su presencia de acogida, quedan sin embargo los granos sembrados que florecen en bien de otros espacios. Más que nunca Sant’Agata vive a través de numerosos hombres y mujeres, en los recuerdos conservados preciosamente en el espíritu y en el corazón de los que, al dejarla, han vuelto a partir con confianza y esperanza.

The Blessed Sacrament Fathers at Sant’Agata in Arfoli 3

Pesares y sufrimientos

Sí, por supuesto que ha habido.

El primero es no haber podido crear un interés extendido en nuestra Provincia. Pocas comunidades se han sentido implicadas en este proyecto y por consecuencia pocas comunidades han ofrecido a sus jóvenes y a sus grupos la oportunidad de compartir la experiencia de Sant’Agata.

¿No hemos sido capaces de hacer una buena proposición? ¿Ha habido prejuicios? ¿Nuestros temperamentos, nuestra manera de hacer no eran adecuadas, no convenían? Todo es posible pero estoy seguro de una cosa: hemos creído en esto y hemos puesto toda nuestra fe y nuestra voluntad de vivir a fondo una espiritualidad de comunión, de servicio y de contemplación que la Eucaristía hacía nacer en nosotros.

¿Y hoy?

Cierto es que no puedo esconder mi pesar de cómo se ha acabado Sant’Agata; pero sobre todo lamento que no hayamos tenido la intuición de presencias alternativas a través de las cuales compartir con otros la pasión por la que existimos y por todo lo que consideramos como la belleza de una vida eucarística.

En Sant’Agata la ocasión era grande. Pero además de esto, yo tenía una profunda serenidad: habíamos hecho todo lo posible, nos habíamos ensuciado las manos en un camino no siempre fácil y en condiciones no siempre favorables.

Hoy tengo el sentimiento de que no me queda más que dar gracias al Señor por todo lo que yo he vivido y por las oportunidades que se nos han ofrecido.

Habríamos podido hacer más, ser más creativos, ampliar los espacios, proponer todavía más, inventar ocasiones y oportunidades, pero en todo lo que hemos logrado hacer nosotros hemos creído y nosotros lo hemos vivido con alegría.

 

Italia - Boletín Especial n.20, agosto de 2021

Modificado por última vez en Sábado, 28 Agosto 2021 08:20