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Viernes, 04 Noviembre 2022 09:32

La revolución de la Adoración Eucarística Testimonio de la peregrinación Eymardiana (28 de agosto - 3 de septiembre 2022)

Desde hace mucho tiempo, deseo contextualizar la vida del Padre Eymard, que conozco desde hace 30 años dado que frecuento al mismo tiempo la parroquia de los Mártires Canadienses SSS y la de San Claudio en la plaza San Silvestro de Roma, desde la época de joven universitaria en la que iba a rezar al Santísimo Sacramento siempre expuesto.

Por eso he participado con mucho entusiasmo en esta peregrinación del 28 de agosto al 3 de septiembre.

Guardo particularmente cuatro momentos que han marcado mi alma profundamente.

  • El primero, “las tres cruces erigidas en el lugar de la capilla del Calvario”. El jovencito Eymard tenía la costumbre de subir con los pies descalzos a este lugar, en pleno invierno con el frío y la nieve, para prepararse para la comunión. Su infancia espiritual se caracterizó inmediatamente por un fuerte impulso penitencial, expiatorio y reparador.

Desde su más tierna infancia, el pensamiento del sufrimiento no abandonó nunca su espíritu ni su corazón, por el contrario, la atención sobre la Cruz no se ve como un castigo de Dios, si no como una prueba de amor, y esto me hace apreciar al Padre Eymard de una manera particular y me enternece. Qué bella pedagogía espiritual en lo que escribe : ¡Oh cuánta necesidad tengo de permanecer en silencio en estos momentos de sufrimiento !… porque yo no soy suficientemente fuerte en el silencio de la Cruz, hay que rezar, ser paciente, bendecir a Dios.

  • Segunda etapa importante : la capilla Eymard (la antigua iglesia parroquial de La Mure) con las pilas bautismales donde recibió el sacramento del bautismo. Me encontré rezando con los rayos del Sol penetrando a través de las bellas vidrieras de la iglesia, con las imágenes de la vida del Padre Eymard. En la soledad de esta capilla me encontré ofreciendo mis sufrimientos, mi familia, reconociendo mi debilidad y mi rebelión en lugar de rezar y de ser paciente, y de alabar a Dios Padre ante la prueba.
  • Otra etapa es el risco de Saint-Romans donde el Padre Eymard, joven sacerdote iba a rezar al Calvario parroquial construido en 1712 y formado por un vía crucis y una capilla en la cumbre del risco, y de tres cruces que se destacan y dominan la llanura de abajo. Aquí, pude comprender cómo uno se puede perder completamente en la armonía de la creación, en la belleza de la naturaleza que refleja la divina obra maestra y cómo el tiempo es relativo y puede detenerse o pasar rápidamente. Es ahí donde el Padre Eymard ha descubierto “la montaña del amor” y yo he descubierto cómo es posible contemplar la bondad divina y elevarse alto en el cielo, como un águila, y arrancarse tantas mezquindades humanas. He visto un nuevo rostro del Padre Eymard, poético, sensible y vanguardista hacia el mundo femenino capaz de establecer amistades puras y profundas con el solo objetivo de una espiritualidad de un crecimiento espiritual recíproco.
  • Última etapa, pero primera en mi corazón : el santuario de Nuestra Señora de La Salette con su mensaje de reparación que el Padre Eymard acogió sin dudarlo y que recibe como eucarístico, salvífico, reparador. He comprendido a través de todas las etapas de la peregrinación que el dictado de su vida es adorar, reparar, interceder, agradecer y servir con amor, sin jamás desfallecer, hasta el límite de sus fuerzas ; pero en el santuario de La Salette cada fibra de mi ser se sentía parte de un todo y quedaba totalmente atrapada. El impacto visual era indescriptible por su belleza, la iglesia con la piedra oscura y las vidrieras de color, las pinturas específicas, el crucifijo con los instrumentos de la pasión imprimidos. Y aún más : la belleza de la montaña con su paisaje único todo como la capilla de San Pedro Julián Eymard para la adoración, con el Santísimo Sacramento siempre expuesto y el icono de Nuestra Señora de la ternura que os envuelve con su dulzura.

Puedo decir sin sombra de duda que el P. Eymard me ha hecho descubrir cuán impor-tante es hoy día para todos los laicos, apagar la televisión, el móvil, renunciar a las reunio-nes, a las asambleas y al bla bla bla estéril, para echarse a los pies de nuestro Salvador al lado de nuestra Madre para poder desarmar la justa cólera del cielo y salvar el mundo a pesar de él mismo.

Confieso haber rezado, por la intercesión del Padre Eymard, para que haya una floración de nuevas vocaciones SSS y que Dios envíe nuevos obreros porque la cosecha es tan grande, pero también he rezado para que la belleza y la pureza del mensaje del P. Eymard no sea recibido superficialmente y considerado como demasiado antiguo por nuestro siglo que nos empuja más a hacer que adorar.

Rita Alonzi

Modificado por última vez en Viernes, 04 Noviembre 2022 09:51