Imprimir esta página

La Historia

La historia de la Congregación del Santísimo Sacramento (SSS)

     El P. Eymard murió el 1 de Agosto de 1868, sábado, día dedicado tradicionalmente a la Virgen María. A las 14.30 h. Pedro Julián Eymard entregaba su alma a Dios en la humilde casa de La Mure d’Isère, su casa familiar, rodeado de sus hermanas y del P. Chanuet, único representante de la familia religiosa que había fundado. Tenía sólo cincuenta y siete años y medio.

     Los habitantes de La Mure fueron los primeros en proclamar la santidad de un paisan  “El santo ha muerto”, dijeron espontáneamente al enterarse de su fallecimiento. Todo un preludio al posterior reconocimiento de su santidad.

     Son dos los hechos importantes en el período que sigue a la muerte del P. Eymard: la preocupación del P. Tesnière por recoger testimonios, y el traslado de los restos mortales del fundador a París.

     Albert Tesnière, todavía estudiante, estaba presente en La Mure durante la última enfermedad del P. Eymard y participó en sus honras fúnebres. Seguidamente, en varios momentos, regresaría a la región del Delfinado para realizar sus indagaciones: interroga a su hermana Mariana, testigo privilegiado de la infancia y de toda la vida de Pedro Julián Eymard. Se acerca a los santuarios marianos del Laus y La Salette, a Monteynard y Chatte, pueblos en que el joven sacerdote de Grenoble, Eymard, había ejercido las primicias de su ministerio sacerdotal. Recoge la correspondencia enviada por el padre, haciéndosela enviar por sus destinatarios o realizando copias de la misma, lo que le permitiría simultáneamente conocer su círculo de amistades. Mantiene también intensa correspondencia con la señorita Giraud-Jordan. Recoge documentos e importantes testimonios para preservar la memoria del fundador. Cuando se abra el proceso canónico muchos testigos habrán muerto ya, y el P. Tesnière podrá utilizar provechosamente todo el precioso material recogido en el momento oportuno.

     En Abril de 1876, la comunidad sacramentina de París se trasladó de la Villa Chateaubriand a la nueva sede de la Avenue de Friedland, en el céntrico barrio de “l’Etoile”. En el presbiterio de la nueva iglesia, inaugurada el 29 de Septiembre de 1876 con el título de “Corpus Christi“, se había preparado una tumba para albergar, en su momento, los restos del fundador.

     El 27 de Junio de 1877, los restos mortales del P. Eymard fueron sacados del cementerio de su pueblo natal, La Mure d’Isère, y llevados a París. El 3 de Julio siguiente, el canónigo Lagarde, archidiácono de Notre Dame, primer Vicario general y delegado del Arzobispo, amigo del P. Eymard desde el comienzo de su obra, celebró la Misa y tras la aspersión ritual se procedió a la inhumación en el presbiterio, en medio de los reclinatorios de los adoradores. El P. Tesnière pronunció el elogio fúnebre y redactó la inscripción latina que se grabó en la piedra sepulcral.

     Este traslado a París suscitó una renovada devoción hacia el fundador, aunque sería sólo en 1885 cuando el P. Edmond Tenaillon fue nombrado Postulador de la causa, esperando hasta 1899 para la constitución del Tibunal informativo en París y, más tarde, en Grenoble. Finalmente, el 12 de Julio de 1925, Pío XI pudo proceder a la beatificación del P. Eymard en la basílica de San Pedro del Vaticano.

     En París, en la iglesia del Corpus Christi, se realizó entonces una capilla lateral con un altar dedicado al nuevo Beato. Sus restos fueron depositados detrás del altar.

     Hubo que esperar hasta 1962 para que, debidamente reconocidos como milagros la curación de un sacerdote francés y la de una mujer australiana, el 9 de Diciembre, al finalizar la primera sesión del Concilio Vaticano II, en presencia de una gran cantidad de Padres conciliares y fieles, Juan XXIII proclamara santo a Pedro Julián Eymard.

     “Junto a S. Vicente de Paul, a S. Juan Eudes, al santo Cura de Ars, Pedro Julián Eymard -dijo el Papa- ocupa su lugar entre la multitud de astros resplandecientes que dan gloria y honor a la tierra que les vio nacer, pero cuya bendita influencia se manifiesta más allá de esas fronteras, en la Iglesia entera. Su nota característica, la idea motriz de toda su actividad sacerdotal, fue la Eucaristía: el culto y el apostolado eucarístico”.

 

La Congregación

     En los veinte años que siguieron a la muerte del fundador, la Congregación sacramentina sufrió una profunda crisis de identidad.

     En realidad, la sucesión del P. Eymard se aseguró rápidamente. Una semana después de su muerte, el Capítulo general se reunía en Saint Maurice; el 9 de Agosto el P. Raymundo de Cuers fue elegido nuevo Superior general de la Congregación.

     Rápidamente se puso manos a la obra. Escribía a sus consejeros: “Parece importante, para el presente y para el futuro, comprender bien el fin que debemos dar a la Congregación y determinar los medios… Nuestro Reverendísimo Padre Fundador, desaparecido antes de tiempo, no ha podido llegar a fijar invariablemente los principios fundamentales… Nos toca a nosotros llegar a ese resultado.”

     Efectivamente, el P. Eymard no había conseguido someter a la aprobación canónica las Constituciones de su instituto, aunque las había redactado cuidadosamente. Había trabajado en ello incansablemente hasta el final de su vida, mejorando y corrigiendo sobre copias que él conservaba. Pero De Cuers deseaba algo muy diferente a una simple actualización del texto. En realidad, lo que se estaba cuestionando era toda la obra del fundador: aprobación canónica, redacción de las Constituciones y, muy especialmente, la dimensión apostólica del nuevo instituto.

     Para este tiempo, el P. Tesnière, que había recibido la ordenación sacerdotal el 23 de Diciembre de 1871, había publicado, con el nombre del P. Eymard y bajo el título “La divina Eucaristía”, un conjunto de textos inspirados en sus escritos y sus notas.

     Había vuelto a editar, también, la revista fundada en 1864 por el P. Eymard “Le Très Saint Sacrement”, la cual se convertirá en un medio muy apreciado en aquel momento en que, precisamente, se reúnen los primeros Congresos eucarísticos internacionales, de la mano de la Srta. Emile Tamisier, antigua dirigida del P. Eymard.

     En París, el traslado de la comunidad de un barrio popular a una zona de clase alta de la capital, provocó también algún otro cambio importante. Se abandonó, rápidamente, la Obra de la primera comunión de los adultos -preciosa herencia del fundador muy amada por él-. El aspecto cultual adquirió progresivamente un marcado protagonismo. La comunidad en la que reside el Superior general se convierte en el lugar del culto solemne a la Eucaristía, así como también el centro de difusión del apostolado de la prensa escrita con la creación de la “Oficina de las Obras eucarísticas”. En 1881 se añade la administración de la “Asociación de los Sacerdotes Adoradores” con la edición, algunos años más tarde, de la revista “Annales des Pretres-Adorateurs”.

     La predicación de numerosos retiros a sacerdotes, por parte del P. Tesnière, contribuye a la extensión de la obra. Su influencia, gracias a la acción de misioneros en África o en Extremo Oriente, supera ampliamente las fronteras de Francia. Desde el comienzo, gracias también al celo de los PP. Tesnière, Leroyer y otros, la congregación favorece la iniciativa de la señorita Tamisier y participa en el origen y desarrollo de los “Congresos Eucarísticos Internacionales”.

     Pero aún se seguía cuestionando en torno al pensamiento del fundador. Aprovechando su influencia, el padre Marechal, Vicario general en ese momento, propuso una afiliación a la Orden benedictina: la Congregación del Santísimo Sacramento se convertiría en la Congregación de Cistercienses de la Adoración. Se tendía a una forma de vida monástica, con usos y costumbres propios, en una perspectiva puramente contemplativa. La revisión de las Constituciones, elaborada en el Capítulo de 1875, tenía esta orientación.

     En el Capítulo general extraordinario, celebrado en París en Noviembre de 1887, bajo la presidencia del arzobispo Mons. Richard, el P. Louis Estévenon tuvo el valor de demostrar, frente a la opinión mayoritaria, que el pretendido perfeccionamiento que se proponía era, en realidad, la negación de la idea original del P. Eymard. A consecuencia de su intervención, la mayoría empieza a dudar. El P. Marechal se queda solo y, finalmente, se retira. Fiel a su idea, fundará en 1891 los Cistercienses Adoradores del Santísimo Sacramento, una trapa eucarística suprimida en 1950 por falta de vocaciones.

     El P. Tesnière fue elegido Superior general. “Elegido, la obra del padre continua”, telegrafió él mismo a la señorita Giraud-Jordan. Se volvió al texto de las Constituciones del P. Eymard, que fueron aprobadas definitivamente por la Santa Sede el 8 de Mayo de 1885. Desde entonces, la Congregación del Santísimo Sacramento, a pesar de las medidas excepcionales que, como a otros institutos religiosos, le afectarían en Francia, se pudo desarrollar normalmente.

 

Desarrollo internacional

     En 1890, la Congregación cuenta con unos sesenta religiosos. A pesar de las incertidumbres de la época, se abre al futuro. Gracias a la acción de los Sulpicianos de Montreal, que orientan a algunos jóvenes canadienses hacia el noviciado y escolasticado de Bruselas, y con la ayuda de la señorita Hébert de la Rousselière, se funda una comunidad en Montreal el 21 de Noviembre de 1890. El P. Estévenon fue el primer superior. Este fue el punto de partida de un considerable esfuerzo en Québec y, con la fundación de New York en 1900, en los EE.UU. de América.

     A lo largo del último decenio del siglo XIX, en Europa, personajes como los PP. Tesnière, Durand y Couet tuvieron un protagonismo importante en el movimiento a favor de la comunión frecuente y de la comunión de los niños. Su acción preparó el decreto liberador sobre la comunión eucarística del papa Pío X.

     El año1903 resulta un brutal parón de la actividad en tierra francesa. Todas las comunidades son clausuradas, muchas casas despojadas de todos sus bienes, y los religiosos obligados al exilio. Pero el nuevo instituto prosigue su expansión. Se implantan comunidades en nuevas áreas culturales. En 1897, con ocasión de la consagración del país al Sagrado Corazón, se funda una comunidad en Bolzano (entonces Imperio austro-húngaro, actualmente norte de Italia) donde se construye un templo nacional de la adoración.

     Poco después, en 1900, se abre una comunidad en Turín, que se convertirá en un centro importante de las obras eucarísticas en Italia.

     Lo mismo sucedió con New York, en el mismo año; con Baarle-Nassau en los Países Bajos, en 1902; Nimega (Holanda) y Buenos Aires (Argentina) en 1903; Tolosa (España) en 1907; Santiago de Chile, en 1908; Río de Janeiro (Brasil) en 1926; Montevideo (Uruguay), en 1927; y Melbourne (Australia) en 1929, tras el Congreso Eucarístico Internacional de Sydney. Se van abriendo comunidades sacramentinas en Alemania, Suiza, Austria y Checoslovaquia.

     1931 marca una nueva etapa en la organización de la Congregación, con la creación de cinco Provincias, realidades nacionales que disponen de cierta autonomía en el reparto de sus efectivos, en la organización de la vida de las comunidades y en la gestión de los recursos humanos. Para asegurar su desarrollo, crean casas de acogida vocacional y de formación. En 1935 se funda una comunidad en Leicester (Inglaterra). En la vigilia de la segunda contienda mundial la Congregación cuenta ya con más de 900 religiosos y está presente en numerosos países de Europa y América, y también en Oceanía.

     Después de la guerra mundial se produce una desarrollo general, con crecimiento del número de religiosos y apertura de nuevas casas, especialmente en Europa (por ejemplo Irlanda, en 1969) y en Norteamérica. En América Latina, se abren comunidades en Venezuela (1948) y Colombia (1951), en Cuba (1953) y Perú (1962). En el continente africano, fue en 1948 cuando la primera comunidad se instaló en Mozambique, país en el que, años más tarde, la congregación sacramentina contaría con su primer obispo, Mons. Mandlate. Después llegarían las fundaciones de Congo-Brazzaville (1957), de Congo-Kinshasa (1958),  Senegal y Uganda (1959). La última fundación en África es Camerún (2005).

     Asia abre sus puertas en Manila (Filipinas) y Colombo (Sri Lanka) en el año 1955. En 1964, tras el Congreso eucarístico internacional, se establece una comunidad en Bombay (India). Finalmente, en 1970, un grupo de religiosos vietnamitas abre una comunidad en los alrededores de Saigón. Durante un tiempo pareció haber desaparecido en la tormenta que sufrió el país, pero tras vicisitudes interesantes, miradas desde hoy, la región de los Mártires vietnamitas mira al futuro con seguridad y esperanza.

     Este panorama permite contemplar rápidamente la difusión de la obra del P. Eymard a través del tiempo y del espacio. Él había soñado “cubrir la tierra con el fuego de la Eucaristía”. Poco a poco, su sueño se va haciendo realidad.

 

Escrito por tradución de P. Pedro Núñez, sss