Lunes, 10 Septiembre 2018 10:30

Eurocamp 2018. “Amor exagerado”

de P. Maurizio Zorzi, sss

 

Has aceptado la invitación para participar en el Eurocampo. Lo encomendamos a tu amor y responsabilidad. ¡Acéptalo, cuídalo y obra en modo que sea para ti y para los demás experiencia del amor exagerado de Dios!

Eurocamp2018Con estas palabras y con la entrega de una tarjeta con el logotipo, el título, los temas de cada día y la imagen de una planta de vid, se inició el Eurocampo 2018 en Thy-le-Chateau, en Bélgica, acogidos por la Comunidad de las Bienaventuranzas.

Éramos pocos, una veintena, pero llenos de alegría y deseo de vivir una semana de amistad, fraternidad, oración y reflexión alrededor de la Eucaristía, Sacramento del “amor exagerado” de Jesús por la humanidad. Día tras día, siguiendo la metodología del Eurocampo, pudimos darnos cuenta de que somos "hijos amados de Dios", llamados a vivir el amor que hemos recibido y a donarlo todos los días de nuestra vida.

El jueves 2 de agosto, fiesta de San Pedro Julián Eymard, vivimos, como todos los años, una celebración eucarística a lo largo del día: los ritos iniciales de la misa en la oración de la mañana, la Liturgia de la Palabra desde la mañana hasta primera hora de la tarde y la Liturgia Eucarística antes de la cena. Esta es una experiencia muy querida y atendida por los jóvenes y también por nosotros los animadores. Los testimonios de los participantes nos dicen que realmente logran entender, de esta manera, la importancia y la belleza de la celebración de la misa dentro de sus vidas.

Después de la comunión eucarística, antes de la bendición final, se entregó a todos una "carta del padre Eymard a los jóvenes", compuesta para la ocasión por el p. Manuel Barbiero, a quien una vez más le agradecemos su disponibilidad y la belleza de lo que escribió. La leimos en silencio, en compañía del Señor Jesús que se nos acababa de ofrecer en los signos del pan y del vino consagrados. Nos gustaría poder compartirla tanto como sea posible y para ello la adjuntamos al final de este artículo, en el anexo: ¡así también la podéis leer y disfrutar!

El viernes 3 y el sábado 4 de agosto fueron destinados a tomar decisiones para el futuro: a través del desierto, el silencio, el Vía Crucis (el texto era el que redactaron algunos jóvenes que aceptaron el reto que les propuso el Papa en este año 2018, dedicado en general a las generaciones más jóvenes y en vista del próximo sínodo), el sacramento de la Reconciliación y una "declaración personal de compromiso", cada participante elaboró un pequeño programa de vida como respuesta generosa al amor exagerado de Dios que habíamos conocido.

Eurocamp18 03También fue agradable pasar un día en Bruselas, primero visitando la comunidad sacramentina en Rue de Wavre: oramos juntos ante la Eucaristía y, después del almuerzo en el salón parroquial, acompañados por los padres Maurits Gijsbrecht y Omer Termote, dimos un largo paseo por la ciudad. Este fue también un momento importante para el Eurocampo: descubrir la familia sacramentina, los lugares importantes de la vida del padre Eymard y sentir toda la fraternidad que emana de la Eucaristía.

Nos encantó el último día escuchar los testimonios de los jóvenes y de los hijos de Els, la madre "ex-Eurocampo" que asumió la pesada tarea de la organización logística. Sara, David, Aaron y su amiga Kareen, expresaron su total alegría al quedarse con nosotros y participar en el Eurocampo. Su entusiasmo nos da esperanzas para el futuro.

Seré sincero: tenía la intención de terminar esta experiencia del Eurocampo después de 33 años. Pensaba que ya no provocaba más interés en los adolescentes y los jóvenes, pero lo que nos dijeron estos chicos y también el p. Jean Luc y Elisabeth, responsables de la Comunidad de las Bienaventuranzas (ha sido un supercampo, estamos contentos de haberos tenido con nosotros, seguid trabajando para los jóvenes para que el amor de Cristo penetre un poco más en sus corazones) me convenció para continuar. ¡Es cierto que sería necesario más adhesión e inetrés por parte precisamente de los sacramentinos en dar a conocer esta experiencia de "vida en la Eucaristía"! Se necesita más coraje para hablar de él, más gozo en la transmisión de noticias, más audacia para acercarse a los jóvenes. También sería necesaria más colaboración con el grupo de animación: en el fondo se trata de nuestra vida, del carisma nuestro para compartir con los más jóvenes.

Es nuestra esperanza. Es nuestro deseo. Es parte de nuestro... futuro.

Y aquí está el anexo que mencioné anteriormente: la carta entregada a los jóvenes el jueves por la tarde, durante el silencio de después de la comunión.

Buena lectura...

Y si queréis conocer todo el itinerario espiritual del Eurocampo, por favor, hacédnoslo saber: con mucho gusto lo compartimos con la esperanza de que sea útil para los demás / para vosotros en la pastoral con los jóvenes.

 

Carta escrita por el p. Manuel Barbiero, sss

 

Mi querido amigo,

estás viviendo una semana particular: la del Eurocamp 2018.

Aprovecho esta ocasión para compartir una aventura que viví hace algunos años.

En mi vida siempre he deseado hacer grandes cosas por Dios. En cierto momento pensé que sería bonito fundar una comunidad en Jerusalén, precisamente en el Cenáculo, allí donde Jesús celebró la última Cena con sus discípulos e instituyó la Eucaristía.

No creía que fuera tan complicado y que habría requerido tanto tiempo…

Fui a Roma para ocuparme de esta cuestión, y estando allí decidí hacer un retiro espiritual, que al final duró 65 días.

Fue durante este retiro cuando Dios me dio a entender lo que realmente quería de mí: el don de mí mismo.

A veces tenemos la impresión de dar a Dios muchas cosas, incluso importantes. Dios, mediante su Espíritu Santo, me hizo comprender que si no llegamos a entregarle completamente nuestro corazón, no hemos hecho nada y no hemos dado nada. Me reveló otro cenáculo: el Cenáculo interior.

¿Qué es este Cenáculo interior?

Es Jesús, que ha invadido totalmente mi vida. He tenido la impresión de que me estuviera esperando allí en Roma, para decirme que quería vivir en mí, desarrollarse en mí, crecer en mí, compartir conmigo su amor al Padre y a todos los hombres, compartir conmigo hasta el final su misterio pascual de muerte y de vida.

En el momento en que permití a Jesucristo tomar forma en mí, me di cuenta que ya no era yo quien vivía, sino que era Él, Cristo, el que vivía en mí.

Descubrí, de modo nuevo y más profundo, que Dios me ama personalmente, así como soy, con un amor infinito y eterno.

Acepté permanecer en este amor, con toda sencillez, como un niño. Me puse, una y otra vez, totalmente a disposición del Espíritu Santo, para dejarme conducir por él, modelar por él. Fue el Espíritu quien me llevó a hacer el don de mí mismo.

Me sentí como si hubiera instaurado una nueva relación con Jesús, una unión de amor y de amistad tan fuerte que en ella mis acciones se han convertido, en cierto modo, en las acciones de Cristo. La vida de Jesús, sus pensamientos, sus sentimientos, sus deseos, su modo de actuar, me invadieron y se convirtieron en mis pensamientos, mis sentimientos, mis deseos.

Tomé entonces la decisión de darle las riendas de mi existencia, ponerme bajo su dirección, vivir en su Espíritu.

En Él lo encuentro todo. Jesucristo es mi maestro interior, el huésped de mi alma y de mi cuerpo, mi guía, mi modelo. En una palabra, el Dios de mi corazón. Yo le amo y quiero ser como él en todo, tener sus mismos sentimientos, identificarme con él.

Pero, ¡atención!, mi querido amigo, para vivir esta vida de unión es necesario darlo todo: corazón, mente, inteligencia, juicio, pensamiento; trabajar en unión con Dios, llegar a ser espiritual, morar en Él como Él mora en nosotros, vivir en el agradecimiento para ser felices en Él.

Todo esto es posible gracias a la Eucaristía, que es el don mismo de Jesucristo, don concreto, encarnado, don de su cuerpo y de su sangre, expresión de la profundidad de su amor.

Gracias a este don, que es ofrecido como alimento, todos podemos aprender a dar y a recibir.

Sencillamente, respondí al “Don de Dios” mediante el don de mí mismo, con amor y gracias al amor.

Quizá te gustaría saber, concretamente, qué produjo este don en mí, en mi vida.

Durante el retiro escribí a una religiosa –que me había procurado el pan cotidiano durante los primeros días de la fundación de la Congregación- que al regreso desearía darle un “pan nuevo”. Me veía como si me hubiese convertido en “masa nueva” como el pan de Pascua (cf. 1Cor 5,7), como una nueva Eucaristía, con Jesús, pan partido para la vida del mundo.

Me entregué completamente a Dios, a su voluntad. Y cuando recibí la respuesta negativa de Roma respecto al Cenáculo de Jerusalén, respeté los designios de Dios y bendije su santa voluntad.

También mis relaciones con las personas cambiaron. ¡Cuántas críticas e incomprensiones por parte de algunos de mis hermanos religiosos! Pero me abstuve de juzgarles, les perdoné, elegí el silencio y la paciencia, la gentileza y la caridad, el servicio y la oración.

Jesús hizo que triunfara en mí el hombre nuevo, el hombre interior, espiritual, que vive de la fuerza que proviene del amor.

Te deseo, querido amigo, poder vivir la misma experiencia que tuve yo.

Oro por ti y pido para ti el don del Espíritu Santo.

Eymard firma