A los Padres de la Congregación del Santísimo Sacramento
reunidos en su 36º Capítulo General
Queridos hermanos, me dirijo con especial alegría a vosotros, reunidos en el 36º Capítulo general. Se trata de un momento muy significativo para vuestra familia religiosa, un tiempo importante de diálogo entre vosotros y de escucha del Espíritu Santo, que os permitirá evaluar la vida y la misión de vuestra Congregación a la luz del progreso de la Iglesia, de la evolución de la sociedad en la que vivís y de los desafíos actuales de la Vida Consagrada. A la luz de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos que la Iglesia universal ha vivido en estos días, os invito también a vosotros a vivir una experiencia sinodal que implique escucha mutua y diálogo sincero. Quisiera recordar también al padre José Ramón Aristi, SSS, con quien tuve la oportunidad de celebrar la misericordia de Dios cuando era arzobispo de Buenos Aires. Que él os acompañe en vuestro camino al celebrar este Capítulo.
San Pedro Julián-Eymard, vuestro fundador, fue un hombre que amó apasionadamente a Jesús y sin condiciones a la Iglesia. Su obra, testimonio evangélico de fraternidad y comunión, se extendió por los cinco continentes, continuando el camino que él había emprendido. En el marco del proceso de renovación propuesto por el Concilio Vaticano II, recibió el título de Apóstol Eminente de la Eucaristía, y sigue siendo un modelo actual y profético para toda la Iglesia, y en particular para sus hijos e hijas que desean dar testimonio del Evangelio de la Eucaristía. Para ello, señala tres objetivos fundamentales: asegurar un testimonio evangélico; promover la espiritualidad eucarística; y fortalecer vuestra misión eucarística.
La Iglesia, junto con el mundo entero, atraviesa un período de grandes transformaciones. Necesita hombres y mujeres que lleven en su corazón el mismo amor a la Eucaristía que vivía el joven Pierre-Julien Eymard, un amor que vive en la comunidad eclesial reunida en torno a la Eucaristía, sacramento de la carne de Jesús entregada para dar vida al mundo. Los que se nutren de este alimento permanecen en Jesús y viven por Él. Asimilar a Jesús significa estar en Él, hacerse hijo en el Hijo. "De domingo a domingo, la palabra del Resucitado ilumina nuestra existencia, buscando realizar en nosotros el fin para el que fue enviada. De domingo en domingo, la comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo busca hacer de nuestra vida un sacrificio agradable al Padre, en la comunión fraterna de participación, acogida y servicio" (Desiderio Desideravi n. 65).
Que la Virgen María, Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, la mujer de la Eucaristía, unida desde siempre a Jesús, pan de vida, os ayude a redescubrir constantemente la belleza de la Eucaristía, a alimentaros de fe, a vivir en comunión con Dios y con los hermanos. Os doy mi bendición.
Desde San Juan de Letrán, 28 de octubre de 2023
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